La Tierra ha experimentado numerosos y profundos cambios climáticos desde sus orígenes. El clima actual se estableció a finales del Paleolítico Superior, hace unos 10.000 años, y desde el Neolítico ha permanecido relativamente estable, tras varias glaciaciones.
En los últimos siglos se han producido cambios climáticos moderados, como la llamada Pequeña Edad del Hielo, que duró cinco siglos hasta mediados del XIX.
El cambio climático que actualmente amenaza al Planeta tiene como novedad el hecho de que sus orígenes, o al menos parte de ellos, son artificiales como puede ser el efecto producido por el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero.
El tipo de clima tiene su primera explicación en la localización en el globo terrestre, en la latitud. El estrecho de Gibraltar se encuentra sólo a 13º del Trópico de Cáncer, por lo que Andalucía se sitúa en una franja de transición entre climas subtropicales con abundante radiación y otros con insolación menguante, y por tanto, en lugar de paso de importantes movimientos atmosféricos entre unas y otras zonas.
Andalucía pertenece al dominio del clima mediterráneo, con un rasgo poco frecuente en el resto del Planeta, que es de la coincidencia de calor y sequedad en una misma estación. Está abierta a influencias atlánticas también, y cuenta con zonas interiores en las que se hacen patentes los rasgos de la continentalidad y/o, en caso de zonas de montaña, de clima alpino.
Tal diversidad climática se ve ampliada por la existencia de extensas zonas áridas en el sureste y otros muchos espacios singulares, como la Sierra de Grazalema (Cádiz) en la que se registran los máximos pluviométricos de la Península.
Pero el sello mediterráneo prevalece en todo el territorio andaluz, con sus característicos
contrastes estacionales y, también, impredecibles ciclos interanuales.