A fines de la década de 1960, el geólogo Guillermo Chong se adentró en un terreno hasta ese momento virgen. El salar de Atacama con 3000 kilómetros cuadrados.
No tenían los caminos, las tuberías de agua ni, -lo más importante-, las piscinas en distintos tonos de azul donde hoy el litio se procesa; sino que prácticamente sólo eran costras de sal, verdaderas espinas gigantes que se levantaban de la tierra y que obligaban avanzar solo unos 6 km al día. “Dos semanas nos duraban los zapatos caminando por ahí”, recuerda el geólogo.
Pero el esfuerzo de Chong y otros tres de sus compañeros geólogos mereció la pena. Según refieredesde su oficina en el Museo del Desierto de Atacama:
“Encontramos que el contenido de litio no sólo era comercial, sino que era tan alto que superaba el de los lugares donde en esos momentos se explotaba el mineral”.
La cantidad y calidad del litio encontrado sería tan buena y de tan bajo costo de producción, que en la década de 1980 terminarían haciendo quebrar a las empresas que extraían y comercializaban este mineral en Estados Unidos.
Palabras clave: litio, minería, geología, Chile.
/fdata%2F5684903%2Favatar-blog-1305224295-tmpphps9Ud5u.jpeg){kind=avatar}